LA VIDA MISMA.
Hace tiempo, le comentaba
a Juan Álvarez
que, tras su exitosa y dilatada
carrera como dibujante
en el género de
humor, realizando
desde la viñeta unitaria
de humor, pasando por
la tira a la historieta de
una o dos páginas, que
su consecuente paso
evolutivo o aporte al
bagaje artístico y autoral
debería ser realizar
una novela gráfica,
cosa que suele dar gran
empaque al autor y
agradecen los críticos
para destripar. Hace
ocho años ya hizo un primer amago con . Un
año de rombos (De Ponent) entrando de lleno en el
género autobiográfico, pero eran pequeños recuerdos
entrelazados más cercanos a lo que había realizado
hasta la fecha, eso sí, con gran carga de
sensibilidad. Hoy, Álvarez ha demostrado lo que
todos intuíamos con esta obra, que es un gran autor
de cómics y que sabe sacar lo mejor de una historia
y de unos personajes. La ficción se torna muy real
en sus manos y nos ofrece una trama costumbrista
donde los sentimientos son el principal motor. Un
relato de amores y desamores, con el componente
electrónico de la comunicación ‘online’, de velocidad
pausada donde recrearse en la aventura misma de
unas vidas sujetas a los azares del destino que pugnan
por tener un futuro mejor. Ella atrapada en una
relación hace tiempo agotada y con unos hijos que
le suponen un ancla para tomar decisiones. Él sojuzgado
en una cárcel mental por una relación que
terminó abrupta y lo dejó marcado brutalmente.
Dos personas corrientes que intentan forjar algo
nuevo bajo la firme pluma de un Juan
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