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jueves, 17 de febrero de 2011

HOY DÍA 17 RESEÑA

POR NUESTRA CUENTA memorias de Miriam Katin
ed. ponent Mon pvp 22,00
"Y entonces, un día, Dios reemplazó la luz con la oscuridad" y una amenazadora bandera con la esvástica tapa la ventana de la habitación al exterior.

En 1944, los judíos húngaros recibieron la orden de hacer un inventario de todas sus pertenencias y abandonar la ciudad para trasladarse a los guetos que les fueron asignados. Esther Levy había oído los rumores acerca del destino de quienes acababan en esos guetos y resuelve huir con su hija Miriam. No tiene más opción que fingir sus muertes, conseguir documentos falsos y escapar al campo, haciéndose pasar por una campesina y su hija ilegítima. "Sea astuta. Inteligente. Busque una forma de desaparecer", le aconsejan. Y así lo hace, dejando atrás todas sus pertenencias y recuerdos, pasto de un fuego purificador que limpia todo rastro de su vida pasada en Budapest. Los Levy ya no existen: la madre y la hija han muerto y el padre se encuentra desaparecido tras haberse enrolado en las filas del ejército húngaro para luchar contra el invasor alemán.

Así, Miriam y su madre emprenden una nueva vida en el campo, trabajando duro y ocultando su identidad a pesar de la proximidad de las fuerzas nazis. Tanto es así que incluso un comandante alemán llega a encapricharse de la sospechosa sirvienta de una familia campesina. Esther Levy debe someterse a la voluntad del soldado para complacerle y permanecer, tanto ella como su pequeña hija, a salvo de posibles represalias. Más adelante llegaría la retirada de los cachorros de Hitler a favor de las fuerzas de liberación rusas. Un ejército bruto y ávido de alcohol que no augura mejor suerte para los pobres húngaros que sus predecesores alemanes. Esther continúa entonces ocultando su verdadera identidad y luchando por mantener íntegra la inocencia de la pequeña Miriam.

Por nuestra cuenta es el testimonio de la lucha de una madre por que su hija permanezca inocente a pesar de un entorno caótico y brutalmente hostil. La Miriam niña asiste ingenua a los horrores a los que debe enfrentarse su madre para salir con vida de un viaje al que se han visto abocadas tan solo por tener una fe. Miriam no comprende la vasta tragedia que se está produciendo. Es la madre, desesperada pero resuelta, la figura que protege la inocencia de una niña que ve cómo el mundo se derrumba incomprensiblemente a su alrededor: cómo muere su perro, cómo deben abandonar su vida, cómo de repente pasan hambre, cómo la gente a su alrededor se comporta de forma extraña, cómo sólo algunas personas son buenas con su madre y con ella, pero, sobre todo, cómo un Dios benevolente puede permitir que ocurran todas esas desgracias. A pesar de todos sus esfuerzos, Esther Levy no consigue mantener intacta a su hija de las consecuencias de la guerra. La ventisca que oculta su huída de los soldados rusos podría entenderse como un milagro, una acción de un Dios cuya voluntad es la de salvaguardar a los inocentes, pero Miriam no lo entiende así: la primera consecuencia ha sido ver abatida a su mascota, ahora pasto de los cuervos. La pequeña Miriam ya ha sido testigo de demasiados episodios sangrientos. La pura y blanca nieve se ha tornado roja por la sangre derramada y su fe se ha ido desmoronando paulatinamente, empujada irremediablemente hacia un rencoroso ateísmo.
La relación entre la madre y la hija está coronada por una sobreprotección que no termina de cuajar en los frutos esperados. Es imposible que una niña permanezca impasible a todo lo que sucede a su alrededor y, menos aún, cuando la tragedia se ceba con su destino. No es de extrañar que, pasados unos años, una Miriam Katin madura sienta recelos de llevar a su hijo a un colegio hebreo y que los fragmentados recuerdos de una infancia convulsa le atormenten mientras ve caer la nieve al otro lado de su ventana. Para Miriam, una vida secular sólo conduce a las atrocidades que vivió junto a su madre.
Pero no todo es oscuro y desolador en este libro. Esther y Miriam se cruzarán en su camino con personas de buen corazón, que las ayudarán en la medida de lo posible. Es el contrapunto optimista a la barbarie que les asola en su peregrina vida, que culmina con el regreso del padre soldado. Todos estos episodios de contrastada piedad y bondad acentúan el horror que padecen la madre y su hija, pero hace atisbar un pequeño halo de esperanza en la humanidad.
Tenemos en este libro una combinación entre un estilo expresionista estrictamente contemporáneo al contexto en que se desarrolla la historia y un dibujo bastante próximo al de la literatura infantil, género en el que la autora cuenta con una larga trayectoria profesional. El monocromo gris y oscuro refleja una Budapest incómoda y bajo una eterna penumbra, una ciudad que ha perdido su esplendor a favor de un ambiente de desesperanza y melancolía. Asimismo, el campo no se presenta muy acogedor, sino más bien todo lo contrario: los refugios de Katin y su madre se presentan como reductos claustrofóbicos, una desazón que se amplifica con el comportamiento agresivo y desconfiado de sus gentes.
Por nuestra cuenta presenta dos claras influencias. Por un lado, es un nuevo testimonio en primera persona de una autora atormentada por su pasado. Acaso en busca de una catarsis, Miriam Katin se suma a la lista formada por Marjane Satrapi (Persépolis, Norma), Bernice Eisenstein (Fui hija de supervivientes del Holocausto, Mondadori) y Alison Bechdel (Fun Home, Mondadori). Todas ellas mujeres que nos abren las puertas de su infancia para que no olvidemos nuestra propia historia.

Como tampoco podemos olvidar el desgarrador testimonio del padre de Art Spiegelman en Maus, ineludible referencia en el mundo del cómic en cuanto al Holocausto se refiere. Si bien en el caso de Spiegelman la fría relación del padre y el hijo se estrecha precisamente durante la elaboración del libro, en Por nuestra cuenta Katin nos evoca a su madre con mucha más comprensión; no en vano no es lo mismo ser un testimonio indirecto de los hechos como Spiegelman que sufrirlos en la propia piel como Katin. Ambos autores se ponen en el papel de sus antecesores .

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